TORPE ÁNGEL

Ángel que me miras pétreo, delirante. Ángel de los juicios y la luz que se repliega en una misma. Ángel del exterminio cabizbajo, inclemente y diletante, bajo sablazos mortecinos que no matan, que no hieren, que se quedan en el pertinaz asedio de una pueril amenaza. Ángel del cadalso, mirando fijamente que yo no te obedezco, ni te temo, aunque te quedes resbalando por mis cotidianidades como un viscosa brea, hinchado en tu jactancia. Ángel apocalíptico, mustio, milenario repartidor de culpas, sol hiriente, fácil fuego. No puedes hacerme sentir peor porque me libero, en cada sílaba con la qe abro senderos, en cada acción de risa, de perplejidad, de fiesta, contra tu tribunal inclemente, mezquino, sucio en los enredos. Ángel de la bruma que se lanza sobre el valle para repartir rocío y luego cobrarlo gota a gota a cada hierba co la avidez de un avaro con la mendicidad de un insatisfecho. Ángel ajeno a todo paraíso, ingenuo del infierno; aguas medias, ligero, sin valor, sin aventura, sin riesgo.