Nuevo! TIP 3 N-38 DE OTRO MODO QUE UNA MULTITUD- jueves 22 de agosto/2013

"La multitud era el velo tras el cual la ciudad íntima, como una fantasmagoría, hacía señas al flâneur. En ella, la ciudad era ora un paisaje, ora una habitación, y ambos entraron en declive con la construcción de los grandes almacenes, queaprovecharon la propia flânerie para vender su mercancía. El centro comercial asestó el golpe definitivo al flâneur. Con el flâneur, la intelligensia entró en el mercado. Según creyeron, para observarlo —pero en realidad, para hallar comprador. En esta etapa intermedia [...] adoptaron las maneras de la bohemia. A la incertidumbre de su situación económica se sumaría la incertidumbre de su papel político." (Walter Benjamin (1935), «París: la capital del siglo XIX», en Charles Baudelaire: un poeta lírico en la era del gran capitalismo))

Un día se siente que uno está más viejo, que es necesario que las anclas arrastren algo para que no se pierdan en el aire sin un residuo de aquella arena en la que se hundieron; un aroma puede ser suficiente, un recuerdo de la brizna local, un estupor; el sudor de la multitud en una impronta imperturbable. Un día uno siente la urgencia de sumergirse en la inmensa ciudad, en su arteria fundamental, lugar por el que paquetes de personas van del norte al sur y del sur al norte en latas hermosamente dispuestas sobre ruedas. Todo un universo de clases sociales, de historias, de roces, de escondrijos, de lugares tan públicos y anónimos. Suceder allí en un ejercicio que es una ascesis para deconstruir la sensibilidad y habitar espiritualmente (en acto sobre sí mismo) ese río de brazos, miradas ciegas, gentes, uno mismo; en otras palabras, ir en pos de "otro modo que ser" de todos quienes acontecemos en la inmediatez de la presencia. Por ello escogí como inflexión de mi cuerpo y mi subjetividad al tipo de habitante que es el paseante, el así llamado "gran degustador de la mirada" (le fláneur) en el que devendré acto por el puro deseo de experimentar otro modo de sensibilidad, otro modo de discurrir, una alteración de mi circunstancia. Baudelaire decía del paseante, del fláneur, lo siguiente:

"La multitud es su elemento, como el aire para los pájaros y el agua para los peces. Su pasión y su profesión le llevan a hacerse una sola carne con la multitud. Para el perfecto flâneur, para el observador apasionado, es una alegría inmensa establecer su morada en el corazón de la multitud, entre el flujo y reflujo del movimiento, en medio de lo fugitivo y lo infinito. Estar lejos del hogar y aun así sentirse en casa en cualquier parte, contemplar el mundo, estar en el centro del mundo, y sin embargo pasar desapercibido —tales son los pequeños placeres de estos espíritus independientes, apasionados, incorruptibles, que la lengua apenas alcanza a definir torpemente. El espectador es un príncipe que vaya donde vaya se regocija en su anonimato. El amante de la vida hace del mundo entero su familia, del mismo modo que el amante del bello sexo aumenta su familia con todas las bellezas que alguna vez conoció, accesibles e inaccesibles, o como el amante de imágenes vive en una sociedad mágica de sueños pintados sobre un lienzo. Así, el amante de la vida universal penetra en la multitud como un inmenso cúmulo de energía eléctrica. O podríamos verle como un espejo tan grande como la propia multitud, un caleidoscopio dotado de conciencia, que en cada uno de sus movimientos reproduce la multiplicidad de la vida, la gracia intermitente de todos los fragmentos de la vida" ( Charles Baudelaire, "El pintor de la vida moderna", (Nueva York: Da Capo Press, 1964). Orig. publicado en Le Figaro (1863)

Frente a este flâner o viandante se encuentra la multitud interpelante; busco un centro dentro de mí que me permita encontrarme de otro modo en el mundo pero, cuando voy a ese lugar, la realidad de los cuerpos en el plano de inmanencia de la política me reclama (multitud interpelante en su profunda indiferencia o en su bienechora indignación), reconozco que hay demasiada locura oronda en el mundo dirigiendo los destinos de todos nosotros. La dicotomía está entre dejarme llevar por el mundo, habitándolo activamente ante la mirada publica o convertirme en un pseudo-sacerdote de alguna extraña secta de performanceros errados, una fetichizada ritualidad, un nuevo intento new age, en el que la búsqueda de sí se volvería otra cosa, una anacoresis mezclada con idealismo ramplón, una fuga hacia un extraño lugar del individuo religioso, una "sálvese a usted mismo y su cofradía" que poco importa el mundo --vieja premisa sobre la cual se construyó la gran ley de "sálvese quien pueda pero sálvese el capital", principio de acción en la tranza del mundo globalizado. Prefiero hurgar en mi interior ante la mirada de los transeúntes, la multitud, al modo de degustación de un flâner, un paseante, siempre activo, siempre en búsqueda de sus múltiples aristas. De esta manera la cuestión del paseante es la impugnación contra la sensibilidad performada por la cultura, la mirada performada por la sociedad y el sujeto creado por la propia historia para indagar delante de la multitud por el devenir de sí mismo, aquí y ahora.

Multitud es una palabra poderosa, en ella habita la fuerza, puesto que, en buen lenguaje filosófico, la multitud es el otro nombre de la potencia. Multitudo , de dónde proviene multitud, significa muchos; hace referencia a multiplicidad, a lo que se ensancha en cuanto que pluralidad, en continua partición, diversidad; potentia implica tanto la fuerza en sentido de concentración de poder como la capacidad de ejecutar ese poder (power, might, ability, capacity). Los dos conceptos son, para filósofos contemporáneos de la política como Antonio Negri y Michael Hardt, la cara opuesta al Imperio (el nuevo orden mundial), es decir, multitud y potencia, son ejes constitutivos de la actividad de la democracia. Esta actividad es la que puede contraponerse a la fuerza del Imperio (entiéndase por tal el poder otorgado a la economía, o sea, la política como una economía radical que despoja y empobrece la existencia, la vida). La multitud tiene una fuerza que es capaz de tomar, de ocupar, de asaltar los poderes constituidos (el Imperio); este modo de tomarse el poder es mediante el que se han gestado las revoluciones de la modernidad. Pero, yendo más allá de la teoría, el performance lo convierto en una praxis reflexiva, una evidencia empírica de que todo puede ser refundado bajo otros parámetros. 

Por ello postulo que la misma idea de multitudo-potentia, como fuerza plural, como capacidad colectiva, nos lleva a entrar en juego con los modos mediante los cuales los grupos de personas habitan los espacios de la ciudad. Nos hemos ubicado en la avenida, en la calle, en el canal, el pasaje, o sea, el espacio por dónde fluye las fuerza del trabajo (la potetia) la multitud diversa con toda su capacidad transformadora. El corredor vial, con toda su pluralidad y multitud de cuerpos, rostros habituados, disciplinados, hace palpable el ejercicio de la disciplina sobre la multitud, el poder (Imperio) sobre la muchedumbre. Desmontar, a través del performance, la idea de multitud como masa dócil, disciplinada por un determinado sistema, despojada de la consciencia sobre su poder, es la propuesta que deseo realizar mediante la activación de la relación entre paseante (Baudelaire) y multitud (Negri y Hardt). Este es el experimento que propongo para este jueves 22 de agosto, un ejercicio en pos de mi mismo, es decir, como serio acto reflexivo ante la mirada pública, ejercicio de trabajo sobre mi capacidad fundadora de nuevas experiencias. Retomo la idea de ascésis (aiskesis) para señalar que se trata de un ejercicio personal, un experimento que va al espacio público para acontecer delante de la mirada de los demás y devenir viandante que delira; una especie de esquizofrenia que me lanza a habitar de otro modo un trayecto cruzado diariamente por pulsiones, intensidades de poder aconteciendo en ese corredor vial de la Ciudad de México en el que se inscriben cuerpos en tensión, articulados mediante una retícula de tráfico, de tránsito, de paso, como acontece en la Avenida de los Insurgentes Sur.



Me he perdido en medio de tanto trueno, me busco. Acontezco de otro modo para poder hallarme. Frente a la inminente crisis social y económica (algo urgente: el paro agragrio en Colombia); frente a la situación global de los excluidos; frente a la rampante homofobia; frente a la reedición del nazismo, el fascismo, el conservadurismo y la profética aurora de la muerte de millones de seres humanos; frente a la negación de la vida en el mundo, me resta la posibilidad de resistir rehabitándolo, rehabitándome a mí mismo para seguir deviniendo un experimento en la multitud, una multitud que también me habita como totalidad integrada en la pluralidad de seres que me constituyen (células, órganos, animales parásitos); un performance que es como un exorcismo, una terapia, una purga. Un performance que a la vez mostrará la fuerza y el poder de una multitud capaz de emancipación; posibilidades de actos de incomodamiento, reacomodamiento, señalamiento, denuncia, catarsis, abandono, reconstrucción, reencuentro, reafirmación de otra manera, aniquilamiento, entrega, exposición, lamento; parodiar el sol, envejecer bajo la lluvia, mirarse dentro pero de otro modo.

Este TIP corresponde a una clasificación aleatoria 3 N-38, de ahí su nombre. Su contenido dice: DE OTRO MODO QUE UNA MULTITUD porque es un sujeto que deviene y re-deviene, des-deviene, se enrosca, transita, trashuma, viaja, navega, fluye, rueda, se despoja, en el espacio público, delante de la MULTITUD ignara de las cosas que habitan en su fuerza como MULTITUD Y PLURALIDAD CAPAZ DE SER CONSTITUYENTE, ajena y absorbida por el diario disciplinamiento al que es sometida; MULTITUD que se desconoce a sí misma al desconocer su capacidad para desmontar la opresión, el tedio, el abandono de sí ; inactiva pese a su capacidad para fundar la democracia. TIP 3 N-38 "deshabitar-rehabitar", agenciarse, resistir, buscar dentro, dentro, siempre dentro de sí pero delante del ojo público, en el afuera, a la vista de todos los que serán testigos del paroxismo de sí al que nos vemos abocados como arma de revolución, ir dentro de si ante la mirada ajena para evidenciar el borde real de la locura (para el sabio y el acomodado) afirmada, sostenida y propuesta como alternativa y modo radical de indignación. 

YECID CALDERÓN 

Ciudad de México, agosto de 2013