OLIMPIADAS

Hay miserias vespertinas, miseria matutinas, miserias de teatro. Miserias hay que se corrompen, se celebran y se ensanchan. Miserias para poner en el sombrero, ajuares de miseria en la calles de mi pueblo. Miserias de la noche, miserias de disparos, miserias desplazadas, itinerantes, raudas. Miserias del deporte, miserias en las casas. Miserias para ir comiendo y miserias empacadas. Miserias arruinadas, miserias ampulosas, miserias que se nombran, miserias que atolondran. Miserias de pie, miserias sentadas, miserias en los buses, miserias en la gradas. Miserias hay que se travisten, se hinchan de gloria y de sueños se disfrazan. Miserias de la carne, miserias hay con llagas. Miserias de elecciones, miserias de pasiones, miserias incendiarias. Hay miserias que se llevan dentro, miserias apesadumbradas. Miserias en la cama, en orgasmos furtivos, miserias a pinceladas. Miserias en la risa, miserias en el llanto, mi serias que en el canto de tanto gozo se inflaman. Miserias en los himnos, miserias que son parcas. Miserias anodinas, miserias inmensas, miserias clandestinas, miserias proclamadas. Miserias hay en las letrinas, en los prostíbulos, en las funerarias. Miserias de púlpitos, miserias de palabras. Miserias en lo siniestro, miserias por unos cuantos programadas. Miserias que se callan, que se hunden, que se angostan, se invisibilizan y que nunca estallan, esas miserias del día, esas miserias de almohadas, cómodas que aún así nos mantienen trasnochadas, miserias de cabaret, miserias de olimpiadas.