OJOS DE LA NOCHE

Ojos de la noche aurora germinal de bocas sobre el pecho. Ojos inmensamente sabios de la noche con pisadas de goma en los costados. Ojos de la noche que son un arrullo atolondrado de gemidos sabuesos como una garganta entrelazada a otra en un beso catarata de salivas. Ojos de la noche en la noche en que me mira el pavor de toda la virilidad encarnada en un orgasmo blanco. Ojos de la noche, montaña que se derrumba encima de los poros como en un cataclismo de caricias derrochadas en el suelo. Ojos de la noche perpetuos, lascivos, estridentes, cárnicos. Ojos de la noche que se quedan con la lengua entre los pliegues de un cuerpo tesón de lo suave, lo amoroso, la bondad de los ojos de la noche en la fuerza de la sangre. Torrente de lava en cada pezón, en cada contacto; noche pavorosa, mirada feroz que alza, devora, proclama y escupe, erecta, toda las estrellas en la cavidad de un vientre tejido en un violento abrazo.