MASACRE

A las vícitmas de la masacre de Trijillo, Valle del Cauca, Colombia

Tu cuerpo no se olvida ni en vano el sufrimiento. Tu cuerpo no se mutiló para callar y huir sin miramientos. Tus manos, cafeteras, alzadas y dicharacheras no fueron cercenadas para que lloremos, ni esta miseria es miseria cuando entre todos caminamos y a nuestra tierra volvemos. Allí, arriba, en la loma tu nombre se ilumina como estrella en la constelaciones de recuerdos, nunca olvidos, siempre brazos abiertos. Y estos ojos, abismos de mares que te lloran, germinan en voces y coros que no son lamentos, que te nombran siempre con la palabra al viento. Hermano de mi sangre, hijo de mi vientre, posibilidad de recrearme yo misma en mi desierto, desierto vivo en el que es mi salvación quererte, quererte tanto, como siempre aún te quiero.