LA ACTIVISTA

 

A Danna Levin Rojo y LadyZunga Orgánica Cibernética

 

Mujercita de piel sin escafandras, mudo cuello de corbatas que no cuelgan, hoy me convencí de los austeros ruidos que en la almohada tejes en la noche, cuando platicas con el alba que aún no amanece, cuando corres en los sueños zurciéndole los rotos al mundo y colgando calcetines en los alambres de todas nuestras terrazas. 

Esposita infiel con las palabras, con la espalda desmoronada de la tarde, pescadora de mis senos y mi vientre, me convencí de las pócimas que diluyes en mi café de la mañana cuando vienes a mi borde y me tocas mi pelo rojo, mi rojo corazón y mis costados. 

Maridita mia, empecinada en la rabia, tejida entera por la rebeldía, arengando contra la desidia, yo soy la fe que tú me tienes. Te desdices en los ademanes que hacen como si el mundo aún, con toda su locura, fuera un dientecito de leche puesto en la mesita de la cama para que a la mañana germine sonrisas y carcajadas que alegran. 

Querida mia, queridita, te alumbras, te oscureces, como la luna, llena de fantasmas, de hospitalidades infinitas, de lágrimas, de manteles con pan y frutos del mercado. 

Concubinita de mis noches, de las sábanas sin tedio, mordisco contra la injusticia, cuando marchas, adelante, sin freno, perdida en la protesta y el tumulto, lejos de mi, perdida de mi cuerpo.