EL NUDISTA II

Le había escrito un poema aún sin conocerle
desconocía el silencio de su frente
la morena tez que le recubre
el sol que se desteje
las olas que golpean y muyen y juegan con las partes
Pero en la sílaba de la lengua su carne estaba
sus muslos se estrellaron con los míos
delgados
erguidos girando en picada
caídos
toda la tarde en el balcón poniente
en las hilachas de la costanera
en las rocas
con las iguanas que nos observan por entre la celosías de los riscos
Yo planteaba su cuerpo entre mi historia
sus besos
los latidos de la piel
el sol rojo
la tortuga desovando en la playa
por accidente
perdida
como yo
molusca
heterogénea
infirme
desastroza
Los dos en un solo pie andando
los días de la playa
sus ojos
arreboles de otro margen
huella amarilla que se hunde
y desaparece en la arena cuando la desmorona el mar