ESCORT MUTE: LA PROSTITUCIÓN HEDÓNICA

19.09.2012 17:16

La mujer es un signo de una diferencia impensada por largos siglos, puesta bajo la tutela del macho, quien la construyó desde la identidad que él mismo fabricó para cada cosa o ser en el mundo. Ahora alumbra un pensamiento de otra manera que pensar, un pensamiento de la rabia que no es venganza con la fuerza masculina, sino venganza con el poder poético de la feminidad. Una venganza que comienza por minar el lado esencialista de las identidades (ontología) y la dureza de las epistemologías. 


La mujer abre el sendero, los senderos; el camino, los caminos de una epistemología situada. Justo allí es dónde la puta (mujer pública) se asume como un desborde de posibilidades de senderos ya que su figura como  mujer puede ser significada de otras maneras, más allá de la estigmatización que le asigna un topos determinando, reduciéndo y regularizándo su sentido. Pienso en Bataille cuando habla del derroche. Siento que es justo aquí dónde nosotras (hombres y mujeres) podemos averiguar senderos de reflexión y creación, propuestas variopintas en las que la risa, las lágrimas, el arte y la muerte se ejecutan como actos de exceso en un plano de inmanencia, más allá de la producción; se trata del gasto improductivo, del lucro y del derroche. 

El placer es un derroche de vida, de sensaciones, no se usa como medio para el fin, sino que se convierte en fin, placer por placer, hedonismo sin vergüenza. Recuperamos el lugar que nos niega todo el sistema de producción: el ocio, la nada productiva, el placer sin más, el gozo como derroche de energía. 

¿Para qué capturar el placer? ¿por qué razón hemos de racionarlo, medirlo, restringirlo y someterlo a regla? ¿qué hay de malo en el goce soberano de una sexualidad ? ¿cuál es este pecado descomunal que se comete cuando se goza, se desea y se derrocha?

La sexualidad sibarita, jalonada por un claro gasto improductivo, por un tiempo en que la ganancia es sólo factor de cambio que obra como puente de cruce entre dones distintos; el encuentro gozoso que redunda en ese mismo gozo, que se excede en ello, que no busca la afirmación de toda la vida, sino de la vida ahora como existencia, lejos de aquella concepción moral que resguarda la vida como máximo capital, enemiga de la temeridad, de la osadía; el valor de exponerse hasta el extremo en un placer sin reservas, abundante ¿qué encuentra de imposible? ¿qué fatal signo corroe como un escarnio este placer regado, vertido en el exceso? ¿dónde prospera su maldad? ¿de qué manera es insoportable?

Es insoportable porque es gasto improductivo, donación de la donación, ajeno a las reticencias de la conservación y del acopio. El escarnio de una sexualidad que se lucra por placer y para el placer se lucra, radica en el acto fundamental de concentrar toda su materialidad en el gozo, derroche extremo de la vida. Ese es el dolor del macho, el hecho de que no pueda controlar las reservas, que no pueda apropiárselas para sí, ni dominar con ello a otros. En la prostitución hedónica el macho se anula, el deseo impera y la carne, en sí, se celebra y se canta hasta el entero agotamiento del darse completa, la carne, en ella misma.

Yo Soy Pinina Flandes