Hay mañanas en que la noche pasó no se sabe a qué horas
	en que las letras están atropelladas y los textos no tienen sentido
	mañanas de calavera
	aciagas
	frías
	Hay mañanas en que amanece cansado el lomo de tanta victoria falsa
	de tanta tartamudez de viento
	Hay mañanas en que uno se da cuenta de sus enemigos ocultos
	y se cansa de cargarlos como una cruz a cuestas
	Hay mañanas en que los caprichos se quedan del lado de afuera de la puerta
	impertérritos
	y una se desploma en sus fracasos
	Hay mañanas en que la tasa de café no tiene cafeína y la noticia del diario a penas señala la crónica real de la carne sufrida
	Hay mañanas en que uno siente que todo pasa brevemente
	que la salud se angosta
	que la democracia escasea 
	Hay mañanas que la testarudez pesa como una tonelada
	el vientre se encoje
	los recuerdos de la pobreza se inflaman
	Hay mañanas de dolores mínimos y de penas inmensas
	esas de la historia
	de las casas sin ventanas
	de los cuerpos calcinados 
	del cinismo 
	de la histeria
	Hay mañanas que no abrigan
	como puertos en los que tras mil intentos
	nunca se hunde el ancla