 
       
	Me duele esta historia de gigantes desalmados
	la de siempre
	la de todos los días en todos los Estados del Orbe
	la de todos los tiempos
	
	Me corroe como un animal que desgasta
	me rinde 
	me hace caer de rodillas y me juzgo sobre el poder de levantarme
	
	Me quedo perpleja como una fierecilla herida en la mitad del campo
	me desdigo en toneles de libros
	me permeo de voces que liberan
	y lloro océanos de cuerpos ausentes y desaparecidos
	
	Vorágine de un dolor sin exclusiones
	completamente de todos
	lo más nuestro
	la insana intemperie de los desamparos
	la pobreza fiscal de cada cuerpo
	
	Queda delante de mí el gran sudario
	filas de nombres entrecruzados de olvido
	disparos difusos
	metrallas clandestinas
	
	Correr herida entre la niebla densa
	buscando máscaras
	subterfugios
	trincheras para guarecerse del miedo
	escudos contra el hambre, la miseria y el fuego del verdugo