 
       
	José Luis que entra
	que viene en las ruedas de la bicicleta montando su sombra
	cabalgando paisaje temerosos
	pálidos
	verdes
	brumas estridentes que se enredan en la córnea y luego explotan
	ríos caudolosos y cascadas de luz en las que el agua canta
	lo profundo
	lo de antiguo
	la voz de los senderos en un oriente ajeno
	milenario
	distante
	José Luis en los palacios
	templos retorcidos con el fuego de la boca de dragones briosos
	sobre la piel amarilla de los arroceros
	las cumbres melindrosas que se elevan 
	como caprichos de la tierra
	cual hondas perturbaciones de la roca
	José Luis y ese paisaje
	selva esculpida entre las manos de un buda inmenso
	caña de bambú que por más que se tense no se rompe
	entero en estos días en que mi casa tiene luz y todo canta
	lejano su cuerpo de mi ombligo
	cercano su beso de mi anhelo
	La mañana abre la sonda del contacto
	ruge mi vientre
	se eleva mi sueño
	campos del Vietnam
	en la piel fatigada y en el pulso 
	en la yema de los dedos del amado 
	el cuerpo andariego que en la distancia 
	sin ser parte de mi
	de esta soledad es compañero