― Bésame sí bésame; bésame la conciencia, el paladar, los nervios. Bésame la jornada laboral aciaga y triste, la producción masiva, los ojos y los duelos. Inunda de besos la oficina lúgubre, la cafetera, la fruta sin dulce de mi desayuno. Bésame el informe, la última versión de office, los zapatos altos, las medias de seda que gustan a mi jefe. Bésame el sastre de cuadros morados, las carreras por el pasillo, la subida al ascensor, mi firme taconeada, mis dolidos tobillos. Bésame que muero, resucítame , redímeme con labios contrapuestos, revolucionarios, anticapitalistas. Bésame el autobús repleto, las sobadas, mis senos maltratados, los penes ajenos que pasaron por encima de mí, sin pedir permiso. Bésame la lubricidad de la mañana y el escozor de la tarde. Bésame el camino a casa, agobiada. El trancón inclemente, la desidia. Bésame en la cama, las dos juntas, en la noche, solas, tan solas que apenas si sabemos de estar juntas.