TRANSGENITALIDAD: LA CATEGORÍA FUNDAMENTAL DEL LABORATORIO PERFORMÁTICO PININA FLANDES

13.09.2012 18:11

¿Es posible desmontar la ergonomía de género? Esta acuciante pregunta atraviesa el trabajo performático de Pinina Flandes. Un vector que pretende ir al asunto político de la estandarización de roles y las hegemonías de sexo que sobre esos mismos roles se fundan. El problema, hoy, no es denunciar, señalar y observar la forma en que la sociedad contemporánea ha ido reduciendo su actividad política (Butler, Laclau, Haraway, Foucault, Delezze), mediante los dispositivos de rol, con los cuales se optimiza la economía como producción de capital. Se trata de realizar propuestas e interpretaciones tendientes al desmontaje de esas ergonomías y a la resistencia lúdica y corrosiva mediante la poesía (entiendo poesía en un sentido amplio, como actividad creativa). 


Esta optimización conlleva, necesariamente, a una perdida de lo político como ACCIÓN y a reducir todos los actos a meras operatividades, funcionalidades (ergon=función) o ergonomías. De cualquier manera, esta reducción no puede señalarse como propia de la cultura actual, sino que subyace a la forma en que se constituye la política como dominación en todos los Estados históricos, es decir, una falsa política que es tan sólo economización del cuerpo, desde la antigua China hasta el Estado Moderno falaz y representacional.

En la Antiguedad, el rol no sólo estaba determinado por el género sino por el lugar social, su locus comunal. Ser bárbaro, ser esclavo, ser mujer, ser niño, eran formas determinantes de las ergonomías que reproducen las instituciones efectivas que sostienen el poder del Estado bajo la forma de una coerción sobre los cuerpos. Ser bárbaro implicaba una alteridad de tal grado que se asumió al bárbaro como el incivilizado, el tosco, el que sólo puede ser asimilado bajo la figura del esclavo. Ser esclavo implica ser asumido bajo las categorías de herramientas vivas, como un buey o un caballo. Ser mujer, implicaba ser un animal racional de menor calidad, por lo cual la acción le era vetada, sólo imparte la orden del varón y revisa que se ejecute. Ser niño es estar en potencia de ser racional, por lo tanto, no cuenta, sólo se le prepara para las funciones (ergón) que ha de asumir según la procedencia.

Todo esto es, justamente, lo que se llama economía, arte de la disposición de las cosas para la producción material necesaria. La política, en cambio, era el plus que se realizaba en la ACCIÓN ya no como operatividad, sino como LIBERACIÓN, es decir, como espacio en el que la funcionalidad queda relegada (scholé en griego, otium en latín). Al relegar la ergonomía se supone que el ser pensante (que es mucho más que ser pensante) abría senderos para su realización más allá de las operatividades propias establecidas por las ergonomías. 

Cuando se articula el Laboratorio Performático Pinina Flandes, justo se aborda el problema de punto cero o cuerpo, como dato básico sobre el cual podemos realizar múltiples hermenéuticas, lecturas e interpretaciones, sin reducir. Y justo ahí, es dónde aparece la cuestión del género como una hipervaloración de la genitalidad para la configuración de estructuras operativas, ergonómicas, muy favorables a la hegemonía del poder en el Estado.

No se trata de derruir la genitalidad sino de desclasificarla una especie porque ella es el fundamento de una ergonomía muy adecuada a la economización de los cuerpos, a la idiotización de las personas y a la explotación de su deseo. Es una experiencia de TRANS-GENITALIDAD, a manera de una metáfora y no necesariamente quirúrgico sino imaginario; un tránsito continuo que ACTÚA para salir de esas ergonomías y dispararse con fuerza sobre un mundo al que hay que transformar, si es que, políticamente, se quiere ser activo, resistente (RE-EXISTENTE) o poeta.