FEMINISMO POSFUNDACIONAL

13.09.2012 04:10

El posfundacionalismo nos relanza a una plataforma epistemológica rica, ni única ni exhaustiva: el feminismo como conocimiento situado y relacional. Justo ahí, el género como categoría del análisis crítico social habilita unas voces que se desprenden o independizan, sin que éste sea el afán o el objetivo, de las constantes formas logodominates que imperan en las discursividades científicas. Con el lo, la investigación que se lanza sobre un asunto tan contemporáneo como el performance cuyo núcleo es el tema del cuerpo, encuentra una metodología propicia para hablar de de una "estética de la diferencia". Naturalmente no se trata de totalizar un método sino, como lo propone Donna Haraway para una objetividad contemporánea del feminismo, hay que articular y desarticular imágenes y metáforas en la consonancia de sentidos. Consonancia que aprende a ver un problema social o histórico, incluso estético, más allá de los términos de discurso logodominante heteronormado. En este sentido, el feminismo contemporáneo da cuenta de la necesidad continua de la autocrítica, reconociendo que ningún discurso agota, de ninguna manera, la complejidad del hablante, del enunciante y de aquello de lo que habla. A mi modo de ver, este método nos brinda no sólo las herramientas que impiden caer en un relativismo ingenuo, favorable a las dialécticas dominantes del macho en tanto que mantiene vigente la oposición relativismo/totalismo, sino que nos habla de otra objetividad, un punto de cientificidad que tiene mucho que ver con una actitud ética. En efecto, se trata de hablar responsablemente y de escuchar responsablemente porque su metodología intenta abrirse a los voces de los subyugados sin que esto implique convertir al subyugado en una voz cándida, sino de ver desde abajo, desde la exterioridad producida por el mismo discurso que se hace. Esa exterioridad es permanente, pero el esfuerzo radica en atender a esa diferencia y de no replegarse siempre sobre el discurso propio como baluarte, trinchera, o refugio. Sumado a este discurso que es activo desde los cuerpos que hablan, la imagen (ojo no el concepto) de "exposición", o la de "rostro" de la que nos habla la filosofía de Emmanuel Levinas, puede ser otra gran ayuda. Con todo, en última, quiero decir que mi postura metodológica esta íntimamente ligada a las epistemologías más actuales del feminismo, lugar dónde no sólo encuentro razones, sino "rostros", "cuerpos", dónde fincar la realidad de mi estudio.